martes, 30 de junio de 2020

Y la vida se paró... o no?

Llevaba un montón de tiempo sin pasarme por aquí, no encontraba el momento, estaba liada con otros trabajos, en fin mil razones que me parecían totalmente justificadas. 
Hoy salí a caminar y siempre aprovecho para ir oyendo conversaciones interesantes que hay en instagram y que a veces no tengo tiempo de oír en directo. Los domingos a las 16:00 durante todo el confinamiento han charlado @gabyhostnik y @marianavarretefa y sus conversaciones me han parecido deliciosas y muy útiles para el mundo de la educación emocional.
Durante la conversación de hoy, dedicada a la resiliencia, María contaba como el cerebro a veces tiene poca memoria y como situaciones positivas y aprendizajes que el confinamiento le había traído, pasaban a ser olvidados al entrar en la "nueva normalidad", y valoraba como útil y necesario, pararse, sentarse y buscar la forma de recordarlos, porque recordar y poner en valor lo bueno que hemos logrado a lo largo de la vida, mejora la autoestima y es una herramienta para trabajar la resiliencia.
Así que he llegado a casa y me he puesto a elaborar este post para no olvidar nunca lo que el Covi19 y el confinamiento me ha deparado.
La verdad es que desde el 13 de Marzo he aprendido sobre un montón de cosas de las que simplemente o no había oído hablar o conociéndolas no me veía capaz de formar parte de ellas.
Respecto a mi parte profesional,  simplemente intensificar el contacto con mis compañeras de postgrado de Barcelona y al mismo tiempo descubrir la comunidad de aprendizaje colaborativo Beforget ha hecho un click en mi cerebro y me ha permitido pensar en primer lugar que puedo mejorar mi trabajo, y en segundo lugar que puedo mejorar la vida de mis alumnos.
Nunca me he considerado buena trabajando en grupo, peco de individualismo y pensamientos del tipo "ya lo hago yo", así que cuando durante este confinamiento me surgieron dos proyectos para trabajar en equipo, acepté el reto de al menos intentarlo y ver que podía aprender, estaba encerrada y no podía hacer frente a proyectos presenciales que hubo que cancelar, una mala situación me traía una oportunidad. Menos mal que esta vez me atreví, porque en el trabajo colaborativo he descubierto un mundo de posibilidades, un montón de personas que tienen proyectos chulísimos, ideas fantásticas y sobre todo y lo más importante, muchísima inspiración, y personas que "hablan tu mismo idioma". Consecuencia de esto han surgido proyectos como:
2. La posibilidad de contarle a profes como la educación emocional cambió mi vida y consecuencia de ello mi profesión Mi cambio
3. Gracias a la inspiración de Leti, atreverme a hacer "cuentos desde el confinamiento" con mis alumnos.  Una historia de  fue creado por el alumnado del ciclo superior y Sentimientos de un encierro por el alumnado de ciclo medio, unos cracks todos.
Y una vez hecho esto sigo adelante con dos proyectos que me tienen super ilusionada, lo que yo llamo planes A, Emoversity y trabajar por retos con mi alumnado el próximo curso. Sin este confinamiento esto no hubiese sido posible (ni imaginable).
Respecto a mi parte personal, he descubierto el deporte en casa y he convertido en un hábito diario meditar. Los aplausos de las ocho, en mi aldea se sustituyeron por panderetas. Netflix y Amazon Prime han sido buenos compañeros, pero las mejores han sido  "Niñas de Cambados" y sus quedadas por videoconferencias todos los sábados a la hora del aperitivo. 
He aprendido a grabar videos (iniciación a Youtuber fase I), descubierto los bancos de imágenes y que puedes grabar tus power point en video (ya sé que es una chorrada pero yo el 13 de marzo ni lo imaginaba).
He asistido a un montón de charlas por Instagram y youtube, así que me he estado formado un poquito porque la oferta que había era de mucha calidad.
La reunión de los sábados con Emoversity así sido un camino de aprendizaje, buen rollo y mucha compañía.
Aprendí a cocinar más sano, por supuesto hice pan como todo el mundo, y bizcochos, pero también yogures (yo que antes me reía de amigas que tenían yogurtera, jajaja).
Las charlas semanales por Zoom con mis alumnos me han hecho sentir bien como profe, y finalmente que pudieran hacer sus prácticas en la mayoría de los casos me ha dado tranquilidad.
He redescubierto mi aldea. Lo que siempre había sido para mi aislamiento se convirtió por arte de magia del confinamiento en libertad, y pude pasar un tiempo con mis padres que de otra forma nunca hubiese pasado.
En fin, siempre he sido optimista, y esta vez no iba a ser menos. El primer sábado que estuvimos confinados, en una videoconferencia con colegas comentábamos sobre lo qué pensábamos que supondría para nosotros esto, y yo comentaba que no sabía para que, pero que estaba segura que me serviría para algo bueno, en ese momento no podía imaginar la cantidad de cosas buenas y nuevas que me ha traído.

También ha habido momentos de tensión e incertidumbre, en mi caso tengo más en este momento que durante el encierro, y momentos de tristeza al leer las noticias (aunque he estado a dieta de medios de comunicación) y momentos de frustración relacionados con el funcionamiento de mi centro educativo principalmente, pero como ya se, todas las emociones, positivas o negativas, bien gestionadas sirven para algo, y de éstas también he aprendido. 

Me he sentido muy acompañada a pesar de vivir y estar sola. Así que simplemente gracias a todos.

La vida se paró... yo creo que no, simplemente avanzó de forma diferente.