Han pasado trescientos sesenta y cinco días, rápido, casi sin darnos cuenta, así que llega el momento de hacer recuento de lo ocurrido, tomar conciencia de lo bueno, tratar de gestionar lo malo y hacer una lista con los nuevos objetivos del 2018, esto supone hacer listas y a mi me encantan las listas.
El 2017 ha sido un año bueno, si pienso en momentos de bienestar frente a malos momentos, ganan los primeros por goleada.
He logrado los objetivos deportivos que me había marcado, mi primera media maratón en Sevilla (enero) y la Behovia-SanSebastián (noviembre), por el medio entrenos, retos, cansancio, y satisfacción.
He empezado mi postgrado en educación emocional en la Universidad de Barcelona, y eso me ha hecho conocer a mi EmoFamilia, cuarenta personas de diferentes países, comunidades autónomas y provincias, con mapas mentales diferentes, pero hablando un mismo idioma, ha sido mi gran descubrimiento, y una fuente de bienestar increíble.

He actuado por primera vez en una obra de teatro y ha sido genial, he leído Patria y he disfrutado, he visto cine, teatro y he ido de conciertos, así que le he hecho caso a Bisquerra y he desarrollado lo máximo posible las emociones estéticas.
He empezado a impartir educación emocional en mis clases y mis alumnos me han proporcionado grandes satisfacciones.
Y el mayor de los placeres, aunque los veo poco, me los proporcionan los hombres de mi vida, Bruno y Asier, como era mi vida emocional antes de que existieran? no lo recuerdo y no lo imagino.
Siendo mi principal objetivo ser feliz y alcanzar el mayor bienestar posible, este 2017 ha estado plagado de situaciones donde lo he logrado.
También ha habido cosas chungas, malas y tristes, las chungas olvidadas, las malas superadas y las tristes gestionándolas de la mejor manera posible.
Al fin y al cabo la vida es así, un cúmulo de situaciones que dependiendo de lo que quieras y puedas hacer con ellas, te llevan por uno u otro camino.
Y del 2018, que espero? lo espero TODO¡¡¡¡¡¡