Y llegó el día, seis meses llevaba pensando en entrar por el túnel del Estadio Olímpico en Sevilla (nunca se han celebrado allí unas olimpiadas pero, a que es chulo el nombre?) y cuando llegó el momento decidí disfrutarlo y pensar en todas las personas y todas las cosas que me había llevado hasta allí. Entré despacio, normalmente esprinto al final como me dice Virgi, pero esta vez no tocaba, quería entrar despacio, que no acabase y poder recordar cada sensación.
Pero bueno voy a empezar por el principio, si hubiese pensado en el fin de semana perfecto no hubiese salido como salió.
Llegué a Sevilla el viernes, que me recibió lloviendo (fue lo único malo de todo el fin de semana el clima, hacía frío, sobre todo mucha humedad) y después de recoger el dorsal me fui a pasear con mi amiga Marga. En la avenida de la constitución me encontré con Marta, una alumna a la que le había dado clase hacía ocho o nueve años y que me recordaba perfectamente, y yo a ella también. Según nos pusimos a hablar le dijo a su novio "¿recuerdas que yo siempre te digo que estudié la carrera de finanzas por una profesora que me inspiró?, pues es ella". En ese momento me hubiese echado a llorar de la emoción, pero decidí gritar y reírme mucho y creo que hasta abrazarla, sólo con eso mi fin de semana ya habría sido perfecto (como dice Marga, esa frase es la mejor que se le puede decir a un profe), pero también supe que si había empezado así, todo iría mejor de lo esperado.
El sábado me fui de comida con "mi familia andaluza", estaban casi todos, los que no estaban eran por razones muy justificadas, once personas para ponernos al día del último año, fue genial¡¡¡¡ Marga me dijo "vaya poder de convocatoria" y por primera vez me permití a mi misma el pensamiento de "algo habré hecho bien" durante mis años andaluces, para que todos mis amigos decidan ese sábado juntarnos a comer y desearme suerte en un reto, que algunos envidian, otros no entienden y otros flipan, pero todos con ganas de desearme la mejor de las suertes. Todo el sábado estuvo genial, excepto que pasar una tarde en la Alameda a aguas es "complicado"
Y llegó el gran día, a las cinco y media ya no podía dormir, tenía los nervios de "las primeras veces", Marga desayunó conmigo a las seis, y allí me fui yo por la isla de la Cartuja, calentando hasta llegar a la salida. Y a las nueve empezó todo, desde el momento que empecé a correr supe que todo iría mejor que bien. Sevilla es la ciudad perfecta para correr, plana, al nivel del mar, y con buen clima (a pesar del frío y la humedad), si a eso le añadimos que cada metro que corrí lo había pisado en mis años viviendo allí todo fue fantástico, mi mayor problema no fueron las piernas ni las ampollas (que me salieron) sino tratar de controlar le emoción y el nerviosismo que me entraban recordando todos los buenos momentos que esa ciudad me ha dado (los malos ni los recuerdo). Triana, Torneo, Colón, Las Delicias, Plaza de España, San Fernando, La Macarena, La Banqueta y el Estadio Olímpico. Solo al llegar al túnel del estadio y ver a mi amiga Marga grabándome en la entrada me permití ponerme nerviosa y flipar¡¡¡¡¡ Hasta ese momento disfruté oyendo a los sevillanos que corrían a mi lado y que te hacen una carrera amena no, lo siguiente, llevar cascos en una carrera en Sevilla sería un pecado, de los sevillanos que animaban en las calles a pesar del mal tiempo, de la música, de los niños animando, de las pancartas que la gente llevaba para animar a sus familiares, en definitiva de una ciudad acostumbrada a la calle y que sabe disfrutar de cualquier evento.
Y una vez cruzada la meta, compartir con Margarita esos momentos fue genial (la vida siempre sabe a quien colocarte justo al lado en algunos momentos), fotos, grabación de medalla, histeria, nervios para contarle, en fin.... la felicidad. Ya solo nos tocaba celebrarlo y el destino había hecho que coincidiera con su cumple, así que nos fuimos a la fábrica de cerámica en la Cartuja a oír jazz y comer al sol (a esa hora Sevilla había sacado su mejor luz) y disfrutar de un día fantástico lleno, sobre todo, de muchas risas.
Así acababa un fin de semana que había esperado durante mucho tiempo y que fue mucho mejor de lo que hubiese imaginado.
Sólo puedo dar las gracias a cada una de las personas que me escribieron para desearme suerte antes de la carrera, y a cada una de las que me felicitó posteriormente, porque entendían la ilusión y el reto que suponía para mi correr una media maratón. Y gracias a Sevilla que es una ciudad que jamás me ha defraudado.
Ahora ya sé que puedo hacerlo, pero sobre todo sé que aunque vaya a las carreras sola, hay mucha gente que me dedica un pensamiento para desearme la mejor de las suertes, así que GRACIAS A TOD@S¡¡¡¡¡
Mi primer reto del 2017 está conseguido, ahora a por el siguiente¡¡¡¡