martes, 31 de enero de 2017

21 KMS DE FELICIDAD TOTAL

Y llegó el día, seis meses llevaba pensando en entrar por el túnel del Estadio Olímpico en Sevilla (nunca se han celebrado allí unas olimpiadas pero, a que es chulo el nombre?) y cuando llegó el momento decidí disfrutarlo y pensar en todas las personas y todas las cosas que me había llevado hasta allí. Entré despacio, normalmente esprinto al final como me dice Virgi, pero esta vez no tocaba, quería entrar despacio, que no acabase y poder recordar cada sensación. 
Pero bueno voy a empezar por el principio, si hubiese pensado en el fin de semana perfecto no hubiese salido como salió.
Llegué a Sevilla el viernes, que me recibió lloviendo (fue lo único malo de todo el fin de semana el clima, hacía frío, sobre todo mucha humedad) y después de recoger el dorsal me fui a pasear con mi amiga Marga. En la avenida de la constitución me encontré con Marta, una alumna a la que le había dado clase hacía ocho o nueve años y que me recordaba perfectamente, y yo a ella también. Según nos pusimos a hablar le dijo a su novio "¿recuerdas que yo siempre te digo que estudié la carrera de finanzas por una profesora que me inspiró?, pues es ella". En ese momento me hubiese echado a llorar de la emoción, pero decidí gritar y reírme mucho y creo que hasta abrazarla, sólo con eso mi fin de semana ya habría sido perfecto (como dice Marga, esa frase es la mejor que se le puede decir a un profe), pero también supe que si había empezado así, todo iría mejor de lo esperado.
El sábado me fui de comida con "mi familia andaluza", estaban casi todos, los que no estaban eran por razones muy justificadas, once personas para ponernos al día del último año, fue genial¡¡¡¡ Marga me dijo "vaya poder de convocatoria" y por primera vez me permití a mi misma el pensamiento de "algo habré hecho bien" durante mis años andaluces, para que todos mis amigos decidan ese sábado juntarnos a comer y desearme suerte en un reto, que algunos envidian, otros no entienden y otros flipan,  pero  todos con ganas de desearme la mejor de las suertes. Todo el sábado estuvo genial, excepto que pasar una tarde en la Alameda a aguas es "complicado"
Y llegó el gran día, a las cinco y media ya no podía dormir, tenía los nervios de "las primeras veces", Marga desayunó conmigo a las seis, y allí me fui yo por la isla de la Cartuja, calentando hasta llegar a la salida. Y a las nueve empezó todo, desde el momento que empecé a correr supe que todo iría mejor que bien. Sevilla es la ciudad perfecta para correr, plana, al nivel del mar, y con buen clima (a pesar del frío y la humedad), si a eso le añadimos que cada metro que corrí lo había pisado en mis años viviendo allí todo fue fantástico, mi mayor problema no fueron las piernas ni las ampollas (que me salieron) sino tratar de controlar le emoción y el nerviosismo que me entraban recordando todos los buenos momentos que esa ciudad me ha dado (los malos ni los recuerdo). Triana, Torneo, Colón, Las Delicias, Plaza de España, San Fernando, La Macarena, La Banqueta y el Estadio Olímpico. Solo al llegar al túnel del estadio y ver a mi amiga Marga grabándome en la entrada me permití ponerme nerviosa y flipar¡¡¡¡¡ Hasta ese momento disfruté oyendo a los sevillanos  que corrían a mi lado y que te hacen una carrera amena no, lo siguiente, llevar cascos en una carrera en Sevilla sería un pecado, de los sevillanos que animaban en las calles a pesar del mal tiempo, de la música, de los niños animando, de las pancartas que la gente llevaba para animar a sus familiares, en definitiva de una ciudad acostumbrada a la calle y que sabe disfrutar de cualquier evento.
Y una vez cruzada la meta, compartir con Margarita esos momentos fue genial (la vida siempre sabe a quien colocarte justo al lado en algunos momentos), fotos, grabación de medalla, histeria, nervios para contarle, en fin.... la felicidad. Ya solo nos tocaba celebrarlo y el destino había hecho que coincidiera con su cumple, así que nos fuimos a la fábrica de cerámica en la Cartuja a oír jazz y comer al sol (a esa hora Sevilla había sacado su mejor luz) y disfrutar de un día fantástico lleno, sobre todo, de muchas risas.
Así acababa un fin de semana que había esperado durante mucho tiempo y que fue mucho mejor de lo que hubiese imaginado.
Sólo puedo dar las gracias a cada una de las personas  que me escribieron para desearme  suerte antes de la carrera, y a cada una de las que me felicitó posteriormente, porque entendían la ilusión y el reto que suponía para mi correr una media maratón. Y gracias a Sevilla que es una ciudad que jamás me ha defraudado.
Ahora ya sé que puedo hacerlo, pero sobre todo sé que aunque vaya a las carreras sola, hay mucha gente que me dedica un pensamiento para desearme la mejor de las suertes, así que GRACIAS A TOD@S¡¡¡¡¡ 
Mi primer reto del 2017 está conseguido, ahora a por el siguiente¡¡¡¡



sábado, 14 de enero de 2017

PLANES A

Llevo un montón de días deseando encontrar un rato para pasarme por aquí, en el último mes me han pasado tantas cosas que me han alegrado la vida, que ha sido la vez que más ganas he tenido de escribir, pero menos tiempo he tenido para hacerlo.
¿Qué es eso que me ha pasado? Pues no es nada muy importante, pero son un montón de "cosas pequeñas" que hacen que todo sea bueno.
Es curioso, hace años vivía "esas pequeñas cosas" y no recuerdo que me aportaran ni una décima parte de felicidad.
Hace un mes hice un curso de Educación Emocional que estuvo genial, pero uno de los ponentes en particular era tan bueno, que salí de allí convencida que todo podía ser mucho mejor de lo que ya era.
Me quedé con tres ideas fundamentales:
Primero, analizar y gestionar las emociones es la solución (me atrevo a decir que la única solución), segundo, los planes A son los que cuentan y tercero, es bueno medir las cosas.
Analizar y gestionar emociones no significa no tenerlas, simplemente significa tenerlas pero que no te dominen irracionalmente.
Los planes A son aquellos que son difíciles de alcanzar, que te sacan de tu zona de confort y que suponen un esfuerzo tratar de  lograrlos, pero cuando se cumplen la satisfacción que provocan y las endorfinas que generan son bestiales y te hacen feliz.
Medir las cosas entre cero y diez te permite saber donde estás y que  a veces ser un seis o un siete ya es fantástico y si cambias y llegas al ocho o nueve ni te cuento o si eres un tres o un cuatro y lo sabes podrás hacer algo para llegar a un cinco o un seis.
Así que con estas tres premisas he disfrutado de las pre-Navidades y las Navidades como hacía muchos años que no lo hacía, porque son unas fiestas que no me apasionan.
He disfrutado de situaciones personales de las que hace años no hubiese sido capaz, he descubierto que aunque los demás tengan un comportamiento "malo" te afectará en la medida que tu les dejes, he valorado a aquellas personas que han visto en mi cosas que ni yo misma había visto y he dejado de lado superficialidades que no me aportan absolutamente nada, y todo ello sin grandes sufrimientos (no como antiguamente donde todo era un poco "folclórico").
En fin todo eso aderezado de días de vinos y copas divertidos e inesperados, entrenos y carreras productivas, quedadas con amigos que "son familia",  una tarde de cinco de enero emocionante e inolvidable y la visita del "hombre de mi vida" (mi Bruno) han hecho del final del 2016 y el inicio del 2017 unos días agradables, felices y divertidos.
Y a partir de ahora que.... pues dos Planes A por delante. Uno creativo, volver al teatro que tanto he echado de menos estos últimos siete años y otro deportivo, mi primera media maratón, en Sevilla (cerrando círculos) para la que ya no falta casi nada y que estoy seguro que me "obligará" a escribir un nuevo post en breve.

Mi amiga Maisy me dice, ¿cómo te puedes exponer tanto?, porque mientras escribo vuelvo a revivir las sensaciones buenas y de paso dejo por escrito todo lo bueno que me pasa y si un día tengo ratos "chungos", releo y vuelvo a recolocarme en modo On. Esta es la única razón de este post.