domingo, 13 de diciembre de 2020

UN GIRO INESPERADO: EL 2020

Pues llega final de año y como he hecho los meses de diciembre de los años anteriores toca hacer repaso de todo lo vivido. 
El 2020 será de esos años que nunca podremos olvidar, pasarán los años y todos recordaremos que hacíamos ese 13 de Marzo cuando nos dijeron que nos confinaban y todo lo que vino después. 
Está claro que disfruto de una situación privilegiada, tengo trabajo y ninguna de las personas que quiero se han visto afectadas directamente por la enfermedad, así que no puedo quejarme para nada, pero además de esto, soy optimista por naturaleza, así que tengo una visión positiva de todo lo que ha ocurrido, porque la pandemia me ha permitido parar y tomarme mi tiempo para pensar. 
En primer lugar el confinamiento me ha dado la oportunidad de descubrir y formarme en contenidos que no conocía o que pensaba que eran complicados para mí. Eso me ha permitido tomar decisiones en mi trabajo, romper con rutinas antiguas que ya estaban agotadas y plantearme nuevos retos con mi alumnado. Como consecuencia de esto, el primer trimestre de curso ha sido muy intenso, agotador incluso, pero lo estoy viviendo como uno de los años en los que más estoy disfrutando como docente. 
En segundo lugar, el confinamiento me ha permitido establecer nuevos contactos y retomar otros con personas que hablan el mismo idioma que yo. Colegas que pensamos que la vida puede ser diferente y mucho más ¿completa? ¿feliz? ¿placentera? ¿llena de bienestar? (cada uno que elija su opción) si nos atrevemos a mirarnos por dentro, aceptarnos y a partir de ahí desarrollar nuestro propósito de vida. Estos meses me han servido para pensar mucho sobre lo que quiero y lo que no quiero, sobre las personas que me han acompañado y me han aportado bienestar emocional y las que no lo han hecho, sobre a quién quiero dedicar mi tiempo y a quién ya le he dedicado el necesario y ahora es momento de soltar lastre. La pandemia me ha dejado claro que el tiempo es finito y muy valioso para pederlo en tonterías y cosas que no me aportan nada. 
Durante estos diez meses el mayor contacto y casi único lo he tenido con mis padres. Desde los 18 años que me fui de casa no había vuelto a pasar tanto tiempo con ellos. Por supuesto que esto tiene sus momentos buenos y malos porque no es fácil adaptarse y menos en esta nueva situación, pero me lo tomo como la oportunidad de pasar un tiempo con ellos en sus últimos años de vida, que estoy segura que de otro modo no hubiese tenido. 
A pesar de mi visión positiva de este año también he tenido momentos de bajón relacionados directamente con no poder compartir momentos y vida con mis amigos más cercanos, esa familia que no puedo ver porque siempre estamos "perimetrados"  (o las unas o los otros), y con los que mantienes el contacto digital pero echas mucho de menos el contacto físico. Ayer pensaba sobre esto y estoy convencida de que cuendo vuelva a ver a muchos de ellos me voy hartar de llorar de emoción, porque reconozco que ahora ya lo necesito. 
A pesar de todo si tengo que valorar el 2020 le pongo un aprobado más que alto por todas las oportunidades que me ha traído. 
Al 2021 le pido salud, calma, aceptación y poder tocar un poco más a las personas que quiero. Quiero pensar que se viene un año lleno de oportunidades, solo tengo que poner el foco en el lugar adecuado. 
Por último agradecer a cada uno de mis amigos cada llamada, cada wasap, cada zoom que hemos compartido, para alguien que no tiene convivientes cada uno de esos contactos ha supuesto para mi tanto como un abrazo o un beso. Ya queda menos para volver a sentirnos cara a cara. Feliz 2021 para todos¡¡¡¡¡

viernes, 24 de julio de 2020

Muchísimas gracias Josep

Cuando trabajo con mi alumnado la emoción de la tristeza me cuesta hacerles entender que a pesar de ser una emoción negativa, porque nos provoca un gran malestar, es necesaria y útil porque está íntimamente ligada al hecho de que lo que ahora nos provoca tristeza, previamente, nos ha hecho sentir alegría y otras muchas emociones positivas. Ellos relacionan la tristeza directamente con la muerte de alguien por eso les cuesta tanto ver el "lado positivo" de ella. 
Hoy me aplico yo esa enseñanza. Me han llamado para decirme que Josep Toll ha fallecido. Albert Espinosa dice en su libro El mundo amarillo, que los amarillos son "esas personas que no son amantes ni amigos, esa gente que se cruza en tu vida y que con solo una conversación puede llegar a cambiártela". Y eso es lo que Josep es, me gusta seguir hablando en presente, para mí, un amarillo. Solo nos vimos una vez en la vida durante un curso que él impartía y al que yo asistí, mantuvimos dos conversaciones telefónicas, y nos intercambiamos unos pocos mails, pero únicamente con eso cambió mi vida. Oírlo durante ocho horas fue tan inspirador, que siempre cuento que en mi vida hay un antes y un después de aquel curso.
Por tanto hoy es un día donde siento muchísima tristeza, pero se debe a que antes, gracias a Josep, he tenido muchas alegrías y con eso me quedo. La alegría que me trajo su inspiración en un momento crucial de mi vida, el cambio que viví, una nueva red social que me acompaña, nuevos aprendizajes, mis objetivos A y mis objetivos B. En resumen una nueva vida que quizás hubiese llegado de una u otra forma, o no,  pero que en este caso fue gracias de él. 
Otra emoción que siento es agradecimiento. Nunca podré agradecerle suficientemente lo que hizo por mí. Me queda el consuelo de haberle hecho llegar ese agradecimiento en vida. 
Siento también mucha pena. Me da pena despedirlo, pero como me dijo un colega "necesitaba descansar y su cuerpo era demasiado limitado para el alma que tenía". 
Por último siento aceptación, la muerte forma parte de la vida. Pienso muy a menudo en ella y me gusta tener interiorizado este aprendizaje, aunque cuando llega el momento sea duro y complicado. De todas formas nadie muere del todo mientras haya alguien que lo recuerde, y en el caso de Josep seguro que somos muchísimas personas las que lo recordaremos, además de su familia y amigos, porque es de esos docentes "que te marcan y nunca se olvidan". 

Muchísimas gracias por todo Josep.

martes, 30 de junio de 2020

Y la vida se paró... o no?

Llevaba un montón de tiempo sin pasarme por aquí, no encontraba el momento, estaba liada con otros trabajos, en fin mil razones que me parecían totalmente justificadas. 
Hoy salí a caminar y siempre aprovecho para ir oyendo conversaciones interesantes que hay en instagram y que a veces no tengo tiempo de oír en directo. Los domingos a las 16:00 durante todo el confinamiento han charlado @gabyhostnik y @marianavarretefa y sus conversaciones me han parecido deliciosas y muy útiles para el mundo de la educación emocional.
Durante la conversación de hoy, dedicada a la resiliencia, María contaba como el cerebro a veces tiene poca memoria y como situaciones positivas y aprendizajes que el confinamiento le había traído, pasaban a ser olvidados al entrar en la "nueva normalidad", y valoraba como útil y necesario, pararse, sentarse y buscar la forma de recordarlos, porque recordar y poner en valor lo bueno que hemos logrado a lo largo de la vida, mejora la autoestima y es una herramienta para trabajar la resiliencia.
Así que he llegado a casa y me he puesto a elaborar este post para no olvidar nunca lo que el Covi19 y el confinamiento me ha deparado.
La verdad es que desde el 13 de Marzo he aprendido sobre un montón de cosas de las que simplemente o no había oído hablar o conociéndolas no me veía capaz de formar parte de ellas.
Respecto a mi parte profesional,  simplemente intensificar el contacto con mis compañeras de postgrado de Barcelona y al mismo tiempo descubrir la comunidad de aprendizaje colaborativo Beforget ha hecho un click en mi cerebro y me ha permitido pensar en primer lugar que puedo mejorar mi trabajo, y en segundo lugar que puedo mejorar la vida de mis alumnos.
Nunca me he considerado buena trabajando en grupo, peco de individualismo y pensamientos del tipo "ya lo hago yo", así que cuando durante este confinamiento me surgieron dos proyectos para trabajar en equipo, acepté el reto de al menos intentarlo y ver que podía aprender, estaba encerrada y no podía hacer frente a proyectos presenciales que hubo que cancelar, una mala situación me traía una oportunidad. Menos mal que esta vez me atreví, porque en el trabajo colaborativo he descubierto un mundo de posibilidades, un montón de personas que tienen proyectos chulísimos, ideas fantásticas y sobre todo y lo más importante, muchísima inspiración, y personas que "hablan tu mismo idioma". Consecuencia de esto han surgido proyectos como:
2. La posibilidad de contarle a profes como la educación emocional cambió mi vida y consecuencia de ello mi profesión Mi cambio
3. Gracias a la inspiración de Leti, atreverme a hacer "cuentos desde el confinamiento" con mis alumnos.  Una historia de  fue creado por el alumnado del ciclo superior y Sentimientos de un encierro por el alumnado de ciclo medio, unos cracks todos.
Y una vez hecho esto sigo adelante con dos proyectos que me tienen super ilusionada, lo que yo llamo planes A, Emoversity y trabajar por retos con mi alumnado el próximo curso. Sin este confinamiento esto no hubiese sido posible (ni imaginable).
Respecto a mi parte personal, he descubierto el deporte en casa y he convertido en un hábito diario meditar. Los aplausos de las ocho, en mi aldea se sustituyeron por panderetas. Netflix y Amazon Prime han sido buenos compañeros, pero las mejores han sido  "Niñas de Cambados" y sus quedadas por videoconferencias todos los sábados a la hora del aperitivo. 
He aprendido a grabar videos (iniciación a Youtuber fase I), descubierto los bancos de imágenes y que puedes grabar tus power point en video (ya sé que es una chorrada pero yo el 13 de marzo ni lo imaginaba).
He asistido a un montón de charlas por Instagram y youtube, así que me he estado formado un poquito porque la oferta que había era de mucha calidad.
La reunión de los sábados con Emoversity así sido un camino de aprendizaje, buen rollo y mucha compañía.
Aprendí a cocinar más sano, por supuesto hice pan como todo el mundo, y bizcochos, pero también yogures (yo que antes me reía de amigas que tenían yogurtera, jajaja).
Las charlas semanales por Zoom con mis alumnos me han hecho sentir bien como profe, y finalmente que pudieran hacer sus prácticas en la mayoría de los casos me ha dado tranquilidad.
He redescubierto mi aldea. Lo que siempre había sido para mi aislamiento se convirtió por arte de magia del confinamiento en libertad, y pude pasar un tiempo con mis padres que de otra forma nunca hubiese pasado.
En fin, siempre he sido optimista, y esta vez no iba a ser menos. El primer sábado que estuvimos confinados, en una videoconferencia con colegas comentábamos sobre lo qué pensábamos que supondría para nosotros esto, y yo comentaba que no sabía para que, pero que estaba segura que me serviría para algo bueno, en ese momento no podía imaginar la cantidad de cosas buenas y nuevas que me ha traído.

También ha habido momentos de tensión e incertidumbre, en mi caso tengo más en este momento que durante el encierro, y momentos de tristeza al leer las noticias (aunque he estado a dieta de medios de comunicación) y momentos de frustración relacionados con el funcionamiento de mi centro educativo principalmente, pero como ya se, todas las emociones, positivas o negativas, bien gestionadas sirven para algo, y de éstas también he aprendido. 

Me he sentido muy acompañada a pesar de vivir y estar sola. Así que simplemente gracias a todos.

La vida se paró... yo creo que no, simplemente avanzó de forma diferente.